Sip… Me voy a Japón

Si me lo preguntan la respuesta es:

“No se”…

O almenos así es como siempre he respondido cuando la gente me pregunta:
“Y por que tan lejos?”

Pero si tuviera que elegir un punto en el cual esta decisión empezó a darme comezón en la cabeza fue por allá de “Abril de 2024”.

Justo después de mi primer viaje a Japón.

Sonará muy genérico, pero a día de hoy, una de las cosas que más me han dolido fue decirle adiós a ese país.
Pero más que nada (analizandolo a mas profundidad), creo que fue decirle adiós a esa libertad de hacer e ir a donde yo quisiera, sin sentir que algo me detuviera.

Si veía una roca a la distancia, iba a ver esa roca, sin importar el camino o la dificultad de llegar a ella.

A día de hoy no lo entiendo por completo honestamente. Pero el estar del otro lado del mundo, con tanto que conocer, ver, probar, y ser yo el que decida ir o no, es un sentimiento que me levantaba cada día con un ánimo/motivación que no siempre he sentido.

Y sabía que no quería trabajar por quién sabe cuánto, solo para volver tres semanas más… y tener que pasar otra vez por ese crudo sentimiento.

No, gracias.

Así que henos aquí, con casi dos años de planeación, trabajo, y un poco de suerte de por medio.

Si todo sale bien como hasta ahora, mientras leen esto estaré de camino a Japón: solo yo, mi maleta, y mi espíritu de aventura.
(Qué mamón, lol.)

Siéndoles honesto, no sé qué esperar.

Incluso yo mismo me he preguntado si esta es la decisión correcta, sobre todo al cuestionarme:

“¿Qué tal si estando allá resulta que veía todo color de rosa solo por estar de visita?”

O lo que la gente suele relacionar con el “estado de luna de miel”: todo es lindo, dulce y perfecto… pero después, cuando la miel se agota, la realidad es otra.

Y genuinamente, es una duda válida.

La verdad es que no sé si me va a gustar estar allá a largo plazo. Es más, ¿qué tal si dentro de seis meses descubro que el lugar es demasiado para mí, o simplemente no es lo que esperaba?

Pero…

¿Cómo voy a saberlo sin siquiera intentarlo?

Y ahí es de donde viene mi mayor motivación.
Ese sentimiento de quedarte con las ganas de algo y no haber tenido el valor de intentarlo es uno de los peores sentimientos que, en mi opinión, uno puede tener.

Lo he vivido antes, y a día de hoy muchos de esos “Quizás si…” me siguen persiguiendo.

Es mejor intentar y fallar, pero saber que uno hizo lo mejor que pudo, y de paso tal vez aprender y crecer en el proceso…
a ni siquiera haber tenido el valor de hacerlo y, con el pasar del tiempo, preguntarse:

“¿Qué tal si lo hubiera intentado?”

Creo que por eso escenas como esta siempre me dan un nudo en la garganta y conectan mucho conmigo :P

Y no es la primera vez que me aviento a lo desconocido sin tener idea de qué estoy haciendo.

Y en serio… a pesar de tener un plan, en realidad… no sé qué estoy haciendo. XD

Pero sé que al menos debo intentarlo.

Y creo que por eso escribo esto. No solo como un “memorándum personal”, sino — por si hay alguien allá afuera leyendo esto y sintiendo algo parecido — quiero que me escuche cuando le digo:

¡Hazlo e Inténtalo!

Es una locura y no será fácil.

Pero a día de hoy puedo decir que todo lo que he visto, recorrido, y todas las personas que he conocido en el camino… han valido la pena.

No digo que dejes todo y te avientes a la deriva sin rumbo, pero si hay algo ahí que te está inquientando por dentro, una idea, una meta, un lugar, un “que tal si…”, no dejes ese pensamiento o idea arrumbada.

Trabaja poco a poco hacia a ella.

Y quien sabe, como escuche alguna vez:

Si le apuntas a la luna con suerte le pegas a un avión…

Aunque bueno, dejando de sonar un poco pretencioso y concluyendo un poco.

Así es, me mudo a Japón y no estoy muy seguro de que esperar por esos rumbos, pero allá voy.

Así que si tienen alguna duda, comentario o algo que quisieran ver por aqui no duden en hacermelo saber.

Por el momento esto es todo por ahora :)))

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Frieren y lo dulce de la nostalgia…